Personaje: Emily




Relato procedente: "Detective Spencer" (Huellas del Tiempo).

Resumen: El padre de Emily es detective privado y ésta ayuda a su padre a resolver algunos casos sobre infidelidades y delitos informáticos. Lo que hizo que esta pequeña familia estuviera más unida fue la resolución de un caso de asesinato gracias a la ayuda de Emily en el interrogatorio que mantuvo con el acusado, ésto hizo que su padre comprendiera que ella sería capaz de valerse por sí misma en estos temas y que ya era lo suficientemente madura como para que él le limitara el acceso a la investigación de homicidios.

Nombre completo: Emily Spencer Jones.                      Edad actual: 15 años.

Ciudad actual: Miami.                                                  Estado civil: Soltera.


Descripción física:

Mi pelo pelirrojo y ondulado cae más abajo de mis hombros, me lo cuido tanto que siento que ya empieza a ser más importante que comer; mis ojos verdosos muestran el afecto que siento por los casos que mi padre me encomienda, ya que, cada vez que resuelvo uno de ellos me brillan como si se tratara de un helado enorme de chocolate que quisiera devorar en menos de un segundo; mis labios gruesos suelen esbozar más de una sonrisa cuando estoy con mi padre o con algún cliente, ya que, es esencial la atención al cliente para que éstos vuelvan más adelante, es una forma de no perder a un cliente potencial, aunque esa sonrisa también está presente cuando termino alguna historia sobre algún psicópata y mi padre me da el visto bueno, es genial sentirse así...; suelo vestirme con unas camisetas simples, que no llamen mucho la atención y de un solo color, no me gusta mezclarlos porque me siento como un arco iris andante, suelo conjuntarlos con unos vaqueros, son los pantalones más cómodos que he probado nunca.

Descripción de la personalidad:

Lo que más me caracteriza es mi curiosidad, si fuera por mí me metería dentro de un contenedor de basura con tal de descubrir algo sobre algún caso que estoy investigando, es algo que me lleva hacia la tormenta, es algo que me hace sentir útil y que quiera seguir haciendo algo bueno por las personas, aunque sea decirle a la mujer de alguien que su marido le está siendo infiel, por lo menos, sabe la verdad y puede iniciar una vida sola más productiva y sustrayendo lealtad de la soledad y el silencio. Lo que más me gusta es escribir sobre crímenes, algunos provienen de investigaciones realizadas por mi padre años atrás y que ya han preescrito para no tener que involucrar a la familia y que tengan que revivir semejante momento; lo que más me interesa es la descripción del supuesto psicópata, me encanta la manera tan pulcra en la que realiza todos sus pasos, la forma tan organizada de dejar un cadáver y lo metódico que tendría que ser, es una pasión que no puedo cambiar, como si formara parte de mí... Suelo tener aversión a las personas, no me suele gustar mantener relaciones con ellas, ya que, sueles tener más problemas que otra cosa, tienen la sucia manía de hacerte sentir la persona más mierda del planeta, así que, decidí que sola estaba mucho mejor. También me encanta hacer fotografías a las montañas situadas justo en frente de mi casa, me dan una sensación de paz y calma que desearía que todo el mundo pudiese sentirlas.

El violento divorcio:

Durante unos años, cuando mis padres todavía estaban juntos, tenían una forma de hacer las cosas muy distinta a ahora, se decían lo que sentían y dejaban que uno de los dos decidiera qué camino quería escoger, eran muy respetuosos el uno con el otro. Todo esto cambió cuando cumplí los ocho años, ya que, mi madre empezaba a hacer salidas sospechosas a altas horas de la madrugada y llegaba borracha a casa despertándonos a mi padre y a mí, empezaba a ser una impresentable. Tampoco es que pasara mucho tiempo con ellos, ya que, mi padre siempre estaba en la Comisaría de Policía ayudando en algún caso complicado de asesinato y mi madre estaba en la barra de algún bar; mi padre descubrió como buen detective privado que ella le estaba siendo infiel con cada desconocido que se encontraba en los bares, así que, decidió que era el momento de dejar aquel matrimonio que duró tantísimo tiempo, estuvieron juntos desde la universidad.

En ese momento, tenía una decisión que tomar sin darme cuenta, la decisión que niños de padres divorciados siempre tienen que tomar: ¿con quién me quedo, con mi padre o con mi madre? Pues bien, estuve un tiempo con mi madre, pude aguantar hasta los diez años y no más, era tan irresponsable, desorganizada, alcohólica y con una falta de sentido común tan grande que me vi obligada a abandonar su casa e irme a vivir con mi padre, no podía seguir viviendo con una mujer así, cualquiera sería capaz de verlo. Mi padre respetó mi decisión, por supuesto y me influenció en gran parte a investigar casos de infidelidades y casos de delitos informáticos sin él darse mucha cuenta, yo hacía que me lo contara todo y yo le ayudaba a resolverlo con algunas conclusiones que me podía sacar de la manga o de todo lo que había leído sobre eso. Mi padre todavía está impresionado con todo eso.

Mi madre suele llamar alguna que otra vez pero no se suele interesar por cómo me van los estudios, cómo me siento en ciertas cosas que van pasando o simplemente por saber cómo estoy, son cosas que, aunque ella es mi madre y le debería importar, no le importan pero yo ya he dejado de sentirme mal por ello, ella es así y parece que he de respetarlo. Por otra parte, mi padre nunca habla de ella desde aquella última discusión que tuvieron, no ha querido pronunciar más su nombre, lo entiendo después de su traición y después de todo lo que le hizo pasar durante la fase de divorcio, ya que, mi madre se quedó la hermosa casa cerca de la playa y mi padre tuvo que buscarse la vida para encontrar una casa lo suficientemente grande como para poder hacer una oficina en la entrada, aunque para mi gusto, ha quedado bastante bien.

Un futuro de detectives:

Nunca pensé que podría llenarme tanto algo como la investigación y empecé justamente cuando llegué a casa de mi padre, ya que, en ese momento estaba liado con un caso de robo a mano armada y me dijo que no podía ocuparse de ese marido preocupado porque su mujer hacía salidas extrañas y sin ninguna explicación convincente, y que me ocupara yo del cliente. Resolví el caso, pero no como nuestro marido preocupado quería, ya que, su mujer no le estaba siendo infiel sino que le estaba preparando una romántica velada para celebrar su aniversario, de hecho, llevaban diez años casados y, de alguna manera, ese caso hizo que reavivara una llama escondida dentro de mí y me empezara a interesar todo esto de la investigación.

Una de las cosas que no soporto son las limitaciones o prohibiciones, ya que, mi padre solía ser muy insistente con que no cotilleara sus casos de homicidio, decía que no eran cosas que yo debiera ver a mi edad y que podría resultar violento, pero parece que se dio cuenta de que debía dejar de protegerme contra ello cuando le ayudé a resolver el caso de Elen Briskot, cuando interrogué a su asesino y lo dejé tan echo mierda que tuvo que confesar que mató a su ex novia. Otra de las cosas con las que no puedo de este trabajo, es la forma en que las mujeres a las que les han sido infieles sus maridos se ponen a llorar a lágrima viva delante de mí, os juro que no sé qué decir o hacer, es una situación realmente incómoda; los hombres se lo suelen tomar más a pecho, ellos prefieren coger una silla de la oficina de mi padre y estamparla contra la pared demostrando su rabia y su sentimiento de macho cabrío traicionado y echo polvo, de hecho, otra situación incómoda... Por lo demás, me gusta mi trabajo.

Madre despreocupada:

Al principio, me mentía a mí misma pensando que mi madre había actuado de aquella manera con mi padre porque no podía seguir con aquello que tuvieron tiempo atrás y que aquella magia y aquel sentimiento que sentían ya no estaba, ya había desaparecido... pero nada de eso era real, estaba completamente equivocada, ya que, después de que mi padre se fuera ella seguía haciendo lo mismo, traía a hombres a casa, a uno diferente cada día y yo solía oírlos follando como locos en su habitación, me sangraban los oídos. Normalmente, solía llegar borracha con ellos, me saludaba con la mano y se caía a mi lado en el sofá diciéndome que mamá ya estaba en casa con un chico amable que la iba a hacer muy feliz esa noche, pero que yo sepa eso no eran cosas que debiera saber una niña de unos nueve años y era horrible oírlo porque yo ya sabía lo que hacían en su cuarto.

Durante todo ese año y el siguiente empecé a pensar en todo lo que le dijo mi padre antes de irse: era una mujer completamente ida de la olla, lo quería todo para ella, era una despreocupada, traicionaba a todos lo que tenía a su alrededor y les decepcionaba con sus actos. Todo esto lo pude ver sin ningún problema durante ese tiempo y no me gustó nada esa realidad que formaba parte de mi vida en esos momentos, aunque me refugiara en mis relatos o en mis libros, no había manera de dejar de pensar en mi madre como una mujer de usar y tirar, borracha, con aliento alcoholizado, que yo no le importaba lo más mínimo y que desde que nací había sido un estorbo para hacer lo que ella realmente quería, ya que, empezó cuando ya tuve unos años. No pude dejar de preguntarme por qué ella tenía que ser así y si sería tan difícil para ella cambiar quién era pero, poco a poco logré comprender que las personas no iban a cambiar porque yo lo quisiera o deseara, ellas tenían que reconocer su problema, intentar enmendarlo e intentar cambiar por ellas mismas.

Padre demasiado protector:

Digamos que mi padre ha sido mi apoyo durante estos cinco años, ya que, me ha proporcionado todo lo que tengo y me deja trabajar con él para tener unos cuantos ahorrillos, es genial. Es muy protector, necesita saber a dónde voy después de clase y dónde estoy en cada momento, solamente está tranquilo cuando me ve en casa; analizándolo bien, creo que todo esto se trata de que ha tenido que ver cantidad de crímenes y los ha vivido en sus carnes, los ha resuelto y ha tenido que ver lo cruel que ha llegado a ser el ser humano, por lo tanto, no quiere que yo llegue a ser la víctima de cualquier loco que vaya por ahí y que pueda hacerme daño.

Nunca se ha preocupado por mí en el sentido de mi independencia, ya que, sabe en gran medida que me sé manejar en muchas cosas y que no hace falta que me proteja en ese ámbito. Aunque en el sentido de las amistades sí que se ha preocupado, no paraba de repetirme una y otra vez que, en vez de estar resolviendo los casos que él no podía abarcar que saliera a algún sitio y me divirtiera pero, de lo que no se daba cuenta era que esa era justo mi forma de divertirme, no sabía hacerlo de otra manera, así que, dejé a Arlene y él empezó a respetar que yo prefiriera los casos antes que salir con gente tan superficial. 

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