Personaje: Marcila



Relato procedente: "Voz" (Huellas del Tiempo).

Resumen: Una joven ahogada en sus propios sentimientos, frustraciones, a punto de morir y recordando a todos aquellos que amaba y a otros que le habían hecho tanto daño que no entendía cómo era posible haber sobrevivido a ellos. Deseaba que personas que la habían deshecho por dentro se alejaran de su vida y que las que le habían traído la luz que la salvaran de aquel estanque de agua en el que se encontraba, totalmente sola y a punto de perecer. Gregor la llevó al hospital y consiguieron una nueva vida juntos, tal y como habían planeado sin la intervención de ninguna otra persona.

Nombre completo: Marcila Dolress Tolds                         Edad: 30 años

Ciudad natal: San Francisco                                            Profesión: Soñadora.


Descripción física:

Mi cabello es castaño tirando a rojizo, es difícil de explicar pero creo que he cogido un poco de cada familiar. Mis ojos son grises y muestran la tristeza que muchas veces he sentido durante todo el tiempo que he vivido en la Tierra. Mis labios finos pasaron de expresar felicidad mediante fantásticas sonrisas, a encontrar la tristeza en cada rincón. Mi cuerpo esbelto fue perteneciente durante un tiempo a la hipocresía y el engaño, tropezó una y mil veces, enfermó por tener que seguir las reglas de otros y terminó muriendo al hacer los que los demás me pedían que hiciera y ver que nunca era suficiente para ellos.

Descripción de la personalidad:

La comprensión forma parte de mí como el agua que tenemos en nuestros cuerpo, es algo necesario para subsistir, al igual que mi sinceridad y mi constante lealtad por aquellos a los que quiero. Nunca espero que los demás entiendan mis puntos de vista o el por qué de mis decisiones, tan solo espero lo mismo que les doy a ellos, confianza y entendimiento. Siempre he tendido a ser un tanto solitaria, he solido pensar un poco en mí y he dejado que los demás sacaran sus propias conclusiones, no me han gustado mucho las críticas y he aceptado que quién quiera hablar mal que lo haga a gusto, eso es porque soy importante de alguna forma. Los demás me importan, tanto que sería capaz de hacer cualquier cosa por ellos si me lo pidieran, el problema es que no lo hacen.

Infancia y adolescencia caótica:

Por el título ya os debéis imaginar que no he tenido un pasado tranquilo y sin obstáculos, ¿verdad? Ha sido complicado y difícil, primeramente porque mi padre nunca dejó que fuera quién verdaderamente quería ser y, aunque mi madre se esforzaba porque él cambiara de idea, jamás pudo entenderlo. No entendía que no quería ser otra del montón, que quería ser leal con otros y tan solo decir lo que pensaba sin tener miedo de lo que pudieran pensar de mí o de los que me rodeaban, pero para él eso no era una opción, era una catástrofe. Jamás pude tener libertad de pensamiento, jamás pude decidir nada porque todos elegían por mí, soportando la carga de las críticas constantes hacia mí sobre mis hombros como si no fuera suficiente escuchar sus tonterías diariamente.

Como os podréis hacer una idea, terminé pensando que quizá era yo la que estaba actuando erróneamente, que quizá tenía problemas sociales y familiares que había creado yo, que no soy capaz de congeniar y que debido a una serie de carencias personales, terminé siendo demasiado fría y calculadora, pero nada de eso era verdad, era algo infundado por los demás, no era el demonio que ellos habían creído que era. Tenía momentos de inseguridad, instantes en los que la confusión era la protagonista y creía que me nublaba verdaderamente el juicio sin tener opción a luchar contra ella, dejándome tirada en el suelo como un ovillo y sin tener ni idea de qué hacer.

Intento:

Debido a estas constantes faltas de entendimiento, la presión que ejercían sobre mí, las críticas, las incesantes faltas de respeto y unos ojos controladores sobre mí, decidí que éste ya no era el lugar al que pertenecía, éste no era mi sitio y no me hacían sentir como tal, así que decidí terminar con algo que hacía unos años que la naturaleza había creado, pensaba acabar con mi vida. Mis padres me encontraron en la bañera, había perdido mucha sangre debido a las heridas que me había infringido en todo mi cuerpo; he de decir que fue un alivio sentir la hoja sobre mi piel, sentía que merecía ser castigada, que tenía decisiones difíciles que tomar y, quizá, ésta sería la peor de todas.

Jamás me había enfrentado al significado de la muerte, nunca me había preocupado ni había pensado demasiado en ello, ni siquiera tenía el mínimo interés por ello. Pero estando desnuda en aquella bañera con todos aquellos cortes infringidos por mí misma y la sangre corriendo por toda ella, me di cuenta de que la vida es mucho más frágil de lo que muchos dicen, su mirada es fugaz y trémula, puede desaparecer en cualquier momento sin saberlo, sin siquiera sentirlo, lentamente... exactamente como yo lo estaba sintiendo a cada minuto que pasaba. 

Nunca se me había pasado por la cabeza hacer aquello pero eran medidas desesperadas a momentos que lo eran todavía más, no era para hacerme la víctima ni nada por el estilo, era mucho más que eso. Esa paz que iba formando parte de mí conforme mi vida se iba disipando, fue lo que me hizo despertar mucho después, lo que me dio esa fuerza cuando desperté en el hospital unas horas después de quedarme inconsciente en la bañera. Mis padres me miraban atónitos, entre asustados y enfadados, la verdad, no sabían cómo actuar en aquella situación. Les ahorré la conversación, jamás hablamos de aquello y fue como si no hubiese ocurrido. 

Control y desesperación:

Después de ésto, el control sobre mí fue aumentando. La consecuencia que provocó ese intento de suicidio fue catastrófico para mi vida, dado que, no me dejaban sola ni un minuto, estaban obsesionados con el hecho de que volviera a suceder, lo que no esperaba es que uno de ellos quisiera matarme con sus propias manos pero eso lo contaré más tarde. Para salvarme a mí misma de cometer otro error como ese, fue llevar a cabo todas sus reglas, seguir las rutinas y hacer las cosas exactamente como ellos querían, sin quejas, planes secretos fuera de casa o malas caras, tan solo hacerlo todo sin pensar, dejar de ser yo misma para ser una de ellos, una persona tradicional y sin sentimientos.

He de decir que no fue nada agradable, no soportaba tanta hipocresía familiar pero tenía que pasar desapercibida si quería recuperar fuerzas y seguir luchando por mí. Me desesperaba el hecho de dejar de ser yo misma, de seguir a los demás como un cordero asustadizo, de ser una cobarde que no podía seguir adelante por sí misma y con una necesidad imperiosa de tener a alguien que pudiera comprenderme y amarme como yo estaba dispuesta a hacerlo. Pensé que nunca llegaría el momento, pero algo cambió dentro de mí al mirar aquellos ojos castaños, esa sonrisa cautivadora y aquella mirada serena que le caracterizaba.

Gregor: Un sentimiento diferente

Siempre ha sido la persona más tranquila que he conocido, no esperaba que llegara a mi vida de aquella forma y en un momento en el que todo mi mundo se estaba desmoronando. No estaba segura de que pudiera dar un paso más hacia una relación de la que más tarde mi familia conseguiría separar; llegó a un punto en el que le quise proteger de todos ellos, de esa plaga de robots que no hacían más que pensar y dejando pasar los momentos en los que había que sentir. Gregor se negó a que le apartara de toda la situación, simplemente no podía dejar de preocuparse por mí o de estar a mi lado, así que, dejé de apartarle para rendirme y permanecer viva junto a él sin ningún esfuerzo.

Durante unos años, conseguí que mi familia no interfiriera en mi relación con él pero cuando Gregor me propuso matrimonio justo el día de nuestro quinto aniversario, todo se volvió más duro y complicado, dado que, existía la amenaza de irme a vivir con él en el aire y mi padre no podía aceptar eso de ninguna manera, no quería que volviera a ser yo, que fuera la persona que siempre había querido ser pero nada de eso pudo pararlo. Gregor aceptaba todas mis decisiones, él también empezaba a ser él mismo desde que empezamos nuestra vida juntos, así que, ambos estábamos decididos a seguir adelante con los preparativos de la boda.

Muerte precipitada:

Un día soleado mi padre decidió evitar que me casara con el chico que llevaba tatuajes, pendientes, una melena de color negro intenso, una chaqueta de cuero y una mirada tranquila y cautivadora, me cogió del cuello y me tiró a un embalse sabiendo que siempre me había dado miedo nadar, no era mi fuerte y enseguida me entraba el pánico, era uno de mis puntos débiles y él lo sabía con creces. Me dejó morir allí, de hecho, casi lo hago si no hubiera sido por Gregor, nunca me había sentido tan ahogada en mí misma, tan apurada con no salir de allí, consiguiendo comprender lo valiosa que es la vida y las ganas que tengo de compartirla con la persona que amo.

Lo único que consiguieron fue que fuera a vivir a casa de Gregor tan pronto como fue posible. Obviamente, el intento de homicidio no le dejó tranquilo, más bien estaba preocupado y prefería estar conmigo todo el tiempo a que me pasara algo cuando él no estuviera, no podía dormir por las noches y necesitaba saber que estaba bien en todo momento, así que, me acompañó a casa de mi familia para que recogiera mis cosas y, a partir de ese momento incómodo y doloroso debido a las críticas hacia ambos y un montón de mentiras, pudimos empezar una nueva vida juntos sin mirar atrás.

Un futuro lleno de posibilidades:

Nos casamos, por supuesto y unimos mucho más los lazos que lo hicieron en un principio, pero no solo por el matrimonio sino por todo lo que compartíamos, ahora él era oficialmente mi familia, no necesitaba a nadie más, no iba a preocuparme por nadie más que por él. Así que, justo aquí empezó nuestra vida, incluso tuve en mi vientre a dos maravillosas vidas más que pudimos disfrutar en nuestros brazos, educar y querer como a nadie más en el mundo, pudimos compartir mucho más que nuestras experiencias y nuestras vidas, nos complementamos junto a ambas.

Conseguimos un trabajo que pudo darnos muchas más posibilidades de avanzar y de que nuestra economía mejorara, dado que, teníamos a dos niñas y debíamos alimentarnos bien. Todo ésto afloró mi vida, de hecho, Gregor lo hizo muy bien al encontrarme, al tratarme con tanto cariño cuando le necesitaba y por haber puesto tanto hincapié en ayudarme a superar mis miedos, así que, fue intenso, interesante y cada día que pasa estoy más segura de que todas mis decisiones han sido las correctas.




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