Personaje: Darren



Relato procedente: "Despedida" (Huellas del Tiempo).

Resumen: Darren volvió a casa buscando algunos juguetes de cuando él era un niño para poder dárselos al hijo que estaba esperando junto con su mujer, estaba tremendamente contento. Se topó con su padre y pudieron abarcar los temas que les hicieron separarse y dejarse de hablar de la forma más civilizada posible, así que, Darren decidió quedarse unos días más con su padre después de haber encontrado los juguetes que buscaba. Empezó a recordar su muerte cuando su padre se topó con su mujer ahora viuda y le informó de que su hijo realmente había muerto en un accidente de coche.

Nombre completo: Darren Curts Sowens.                           Edad actual: 30 años.

Ciudad natal: Ilinois.                                                         Estado: Fallecido.


Descripción física:

Mi cabello castaño y algo largo necesitaba un lavado urgente, desde que morí no sabía exactamente qué aspecto tenía pero olía bastante mal; en mis ojos más bien negros, permanecía la oscuridad de la muerte, la misma osadía que el diablo quiso darle a mi mirada, la cual, anteriormente era dulce y tranquila; mis labios finos dejaron de pronunciar una sola palabra, dejándose llevar por el duro camino hacia la misma agonía; mi cuerpo esbelto tenía una palidez característica y un semblante bastante serio, dado el grado de putrefacción de mi cuerpo. He de reconocer que, en aquellos momentos, daba asco de ver, parecía una basura con patas.

Descripción de la personalidad:

He cambiado desde hace algún tiempo, desde que crucé al "otro lado". Pero solía ser alguien atento a aquellos que me expresaban sus problemas u opiniones, me preocupaba por los demás y necesitaba evadir a las personas tóxicas que pudieran rondar por mi alrededor. Quería conectar, sentir que había alguien más a mi lado que me comprendiera, que supiera por qué me sentía tan inmerso en mí mismo, me gustaba que me escucharan y tener a mis seres queridos tan cerca como fuera capaz, por mucho que rehusaran mi presencia, tan solo quería sentirlos a mi alrededor, como un simbolismo. He sido alguien trabajador e ilusionado por la vida, de hecho, casi conozco a mi futuro hijo, pero llegué algo tarde, ¿verdad?

Una infancia algo inocente:

Como todos los críos, solía ser uno más del grupo de inocentes que no tenían ni idea de qué solía ocurrir a su alrededor por mucho que intentara prestar la mayor atención posible, no había manera de encontrar un solo fallo. La verdad, es que habían demasiados que no lograba distinguir, entre ellos, que mis padres solían discutir a diario, dejaron de soportarse el uno al otro y, aunque yo estuviera en medio nada podían hacer para evitar jugar conmigo como una pelota. 

Fueron demasiadas palabras, impertinencias, malos rollos en los que no quisieron involucrarme. Más tarde, supe que mi madre le fue infiel a mi padre con un hombre que conoció unos tres años después de estar juntos y llegó el momento de convertirse en algo más que un amigo, fue algo que surgió sin más pero que hizo florecer las discusiones entre ellos, que la rabia impregnara cada rincón de la casa, mientras yo me mantenía ignorante de sus discusiones sentado en el jardín y jugando con unos caballitos de plástico que me habían regalado por mi tercer aniversario. Nadie había más inocente que yo en aquellos momentos.

Adolescencia encadenada:

Mi madre se fue de casa, como era de esperar, no podía hacer otra cosa ante la gran realidad de que la casa que compartía con mi padre jamás fue suya y tampoco la hizo sentir en su hogar pero bueno, así fueron las circunstancias. Los jueces decidieron que permaneciera con mi padre, dado que, el trabajo de mi madre de estar viajando cada semana al extranjero le impediría cuidar de mí como verdaderamente lo haría una madre dedicada y preocupada por la educación de hijo.

Después de la separación de mis padres y conforme fui creciendo, mi padre empezó a obsesionarse conmigo, por raro que parezca, en cuanto a todas mis acciones, controlaba todo lo que hacía y no soportaba que le llevara la contraria, siempre estaba irritado. Cuando cumplí los dieciséis años, le aconsejé que fuera a ver a un terapeuta para que solucionara esos problemas que surgían a menudo en su mente pero rehusó a hacerlo, así que, permanecí unos cuatro años más con él hasta que tuvimos la mayor discusión nunca vista, después de un montón de discusiones repetitivas y cansinas. 

La discusión se reforzaba con la negativa de que no podía salir de casa sin motivo aparente, una noche que, verdaderamente pensé que se había vuelto majara del todo. Empezó a gritar tan fuerte que las luces de las casas de los vecinos empezaron a encenderse a lo largo de la calle, pero sus gritos eran tan elevados que no me dejó elección, le dije tajantemente que me largaba de casa y que no había discusión sobre eso, así que, al día siguiente me largué sin mirar atrás aprovechando que dormía en la habitación que había al final del pasillo.

Naira: Alguien que me comprendía

Dado que había trabajado durante tres años en un Burguer King cercano a mi casa sin que mi padre lo supiera, tenía dinero ahorrado y conseguí alquilar un estudio de lo más cómodo tan solo para mí, para ir tirando conforme fuera avanzando en mi vida ahora más solitaria que nunca, pero era agradable poder dejar los gritos atrás. Dejé los estudios para trabajar muchas más horas, de hecho, conseguí dos trabajos partidos, a uno iba por la mañana y al otro por la tarde justo después de comer, eran muy sacrificados pero, al menos, podía tener el suficiente dinero para abastecer de sobra todas mis necesidades y concederme un par de caprichos al mes.

Naira apareció en mi vida un día muy especial, justo el día en el que celebraba mi salida del nido familiar, es decir, un año después de largarme de casa sin problemas. Estaba sentado en una silla en un pub alejado del centro, oscuro, con una música tranquila y que me llevaba a unos pensamientos agradables, tomándome una cerveza con aquella frescor y aquel gusto a malta que tanto me gustaba. Se sentó en frente de mí conforme yo seguía absorto en mis pensamientos más intensos y me miró con aquellos ojos castaños profundos y que me decían mucho más que sus palabras, con aquellos labios que besé con total devoción y con aquel cuerpo que dejó que se fundiera con el mío una noche fría y sola de la que no quería ser partícipe. Me atrapó su preocupación por mí, me absorbió su sentido del humor y aquellas carcajadas sinceras que salían de su boca, preciosa y neutral cada vez que daba su opinión sobre algo. 

Comprendía cada uno de mis problemas, de mis reflexiones, sabía en cada momento de qué estaba hablando y jamás me forzó a hacer algo que no quería. La primera vez que la vi supe que ella sería la única que tendría mi respeto, mi amor y mi cariño, nadie más merecía aquello tanto como ella, nadie sabía poner palabras a mis emociones y a mis lágrimas, nadie me había abrazado y susurrado al oído como lo hacía ella, lo he añorado desde que no estoy a su lado, tenía una forma particular de convertir mis días oscuros en total iluminación con tan solo dedicarme un par de frases.

El accidente:

Volvía del trabajo a casa, Naira estaba en casa y la había dejado embarazada hacía un par de meses, era la mejor noticia que habíamos compartido en estos últimos años, después de casarnos. Iba por carreteras secundarias, tan tranquilamente, respetando en todo momento la velocidad permitida a la que se debía circular. A quién no pude evitar fue al conductor borracho que se dirigió hacia mí sin darse cuenta, el coche se le fue totalmente de las manos, se había desmayado y dio la casualidad de que estaba yo para frenarle, para que él viviera y yo muriera, para que el culpable se fuera de rositas mientras el inocente terminaba dejando su maravillosa vida y un futuro a envidiar con sus seres queridos para pasar a una muerte más que traumática, tanto que ni me acordaba cuando pasé a esfumarme y a dejar mi cuerpo por completo.

Me vi en la necesidad de ir a casa de mi padre para recoger los juguetes que quería regalarle a mi hijo cuando naciera, tenía una necesidad imperiosa de hacerlo y, daba la casualidad que, incluso muerto, repetía las mismas cosas que cuando estaba vivo. Terminé muy bien la relación que mantenía con mi padre, de hecho, me quedé unas semanas con él riendo, siendo totalmente cordiales y compartiendo palabras que con anterioridad no podíamos decirnos, fue un buen momento para estrechar lazos, por supuesto. Cuando habló con Naira sobre el accidente y vino a pedirme explicaciones, recordé todo lo que sucedió, al parecer, la forma traumática en la que morí no me permitía recordar nada de lo que ocurrió en el mismo. Después de ésto, desaparecí en el aire sin ser consciente de ello.

Un futuro preocupándome por aquellos que dejé atrás:

Permanezco en un lugar que puede distinguir ambos mundos, me hace partícipe de las personas a las que quiero y así, puedo ver a mi hijo crecer. Puedo estar en todas partes, era algo que anteriormente no podía hacer, intento ayudar desde el interior mismo, desde un lugar en el que jamás podrán verme pero por el que siempre sabrán que estoy en sus corazones y les ayudo a afrontar cualquier bache. Estaré en cada acontecimiento importante, en cada momento difícil y en cada momento alegre, no perderé nada de eso hasta que todos podamos cogernos las manos y volver a sentirnos como en casa, volver a darnos un beso y tenernos como antes nos pudimos tener.

Ese futuro no me asusta, a ellos les debería asustar. El mundo no es un lugar en el que se apiaden de ti y los condenados salgan impunes, es un lugar entristecido, maltratado por aquellos que tienen el poder y abusan de él. No hay forma de evadir lo que el mundo espera de nosotros pero, al menos yo, intentaré salvar a las personas que quiero de esas manos escurridizas y llenas de egoísmo y corazones vacíos, sin sentimientos y faltos de sesera. Estaré ahí para apoyarles, para ser su guardián y su guía, para llevarles al camino de la salvación, del entendimiento y el sentimiento de la verdad. Estaré ahí para quién me necesite más profundamente, permaneceré siempre en sus corazones y en sus preciosas miradas.

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