Personaje: Gracy



Relato procedente: "A Través del Espejo" (Huellas del Tiempo).

Resumen: Nadie podía ver a Gracy a través de las paredes pero ella sí podía verles a través del espejo. Llevaba meses encerrada entre hormigón pero se sentía a salvo, cómoda y había empezado a sentir que ese era su hogar, por ello, cuando cogió las manos de su padre desde el espejo y volvió "al mundo real" dejó se sentir aquello que siempre había sentido por su familia, ya no echaba de menos a su madre y todo el mundo que le envolvía no lo conocía ni le enternecía.

Nombre completo: Gracy Guppengieu Meers.                  Edad: 8 años.

Ciudad natal: Nueva York.                      Peculiaridad: Puede ver a través de los espejos.


Descripción física:

Mi cabello castaño y liso hasta más abajo de los hombros es fino y lo he tenido muy bien cuidado, mi madre siempre compraba los mejores tratamientos capilares para no tenerlo dañado o quebradizo, y después decía que era yo la presumida... Mis ojos del mismo color, siguen acostumbrándose a aquello que ha pasado estos últimos días, al ruido que me envuelve, a las personas que quieren verme después de mi desaparición, a la preocupación constante de mi padre y las continuadas ganas de estar sola en mi cuarto. Mis labios finos permanecen apretados ante todo este tumulto de acontecimientos, tan solo quiero que paren y dejen de abrumarme, está siendo demasiado para mí. Mi cuerpo esbelto siempre espera volver a donde le pertenece, al silencio y a aquella habitación tan sencilla e interesante que me permitía ver a través del espejo.

Descripción de la personalidad:

Siempre he sido muy habladora y me ha gustado contrastar opiniones a pesar de mi edad, he sido muy inteligente y espabilada, he sabido lo que pasaba a mi alrededor en todo momento y he querido a los que lo han hecho, aunque todo haya cambiado desde mi secuestro y mis sentimientos no sean los mismos, ¿los tengo ya? Ahora permanezco callada y con tanto silencio en mi mente que no me reconozco, jamás habría creído que cuatro paredes pudiesen cambiar tanto a una persona... Mis silencios son ensordecedores, antes me gustaba escuchar a la gente hablarme de sus vidas pero ahora son inaguantables, tan quejicas y tristes que no soporto ninguna de sus palabras, ni siquiera siento compasión... ¿estoy madurando o ese lugar me convirtió en otra persona?

Una infancia inocente:

Desde bebé a los ocho años, siempre he sido una niña normal, no he querido el mal de nadie y siempre he canturreado de buena mañana, he sonreído a todo el mundo y me he preocupado de terminar mis deberes para el colegio, me encantaba aprender. Mis padres me llevaban de viaje cada verano, les encantaba que fuésemos a cualquier lugar donde pudiera envolvernos la naturaleza y enternecernos con aquellos animales que nos observaban a oscuras, nos gustaba montar tiendas de campaña y siempre quería que me contaran historias de miedo dentro de ella antes de dormir.

Los juguetes eran mis aliados, son la alegría de cualquier niño y cuantos más tienes mejor, así que, nunca escatimaba a la hora de pedir a mis padres que me comprasen muchos para Navidad. Era caprichosa y habladora, lo tenía todo, digamos que muchos otros padres les decían a los míos que era una niña envidiable porque era tan feliz y sin ningún tipo de perjuicio que les enternecía. Era muy pacífica y valiente, solía decir lo que pensaba desde el segundo cero sin importarme lo que pensaran los demás, los profesores se quedaban anonadados con lo que decía, parecía una mujer de veinte años hablando de aquella manera, por ello, todos me admiraban.

Los espejos:

Quizá creáis que tan solo podía ver a través de un solo espejo, el de la habitación que tenía en medio de ninguna parte entre silencio eclipsante, pero no, esto viene de mucho tiempo atrás. Cuando tenía seis años, me miré al espejo que había en mi habitación justo en frente de mi cama y empecé a ver lo que había al otro lado, esta vez era una pareja de lo más acaramelada que trataba de tener un hijo, demasiado jóvenes, pensé en aquellos momentos siendo todavía demasiado pequeña para pensar en semejantes verdades, pero siempre han pensado que tengo una especie de don. La segunda vez que ocurrió, estaba jugando en la habitación de mis padres y en el espejo que hay allí, pude ver a un cachorro Yorsay con el que pude jugar porque me di cuenta que podía pasar al otro lado, de repente, me encontré envuelta por una mansión y una alfombra de lo más pulcra y bien cuidada, tenía los ojos abiertos de par en par y miraba a mi alrededor sorprendida pero prefería jugar con el amiguito tan simpático que acababa de conocer.

Cada año que pasó, se hizo más intenso ni siquiera tenía que concentrarme lo más mínimo, ni siquiera tenía que quererlo para que ocurriese. Conocía perfectamente a la pareja que había al otro lado del espejo de mi habitación, desde sus costumbres a sus formas de actuar, entendía sus discusiones y cuando la joven dio a luz me di cuenta de todos los fallos cometidos durante ese periodo. Vi cómo el cachorro crecía poco a poco y cada martes le visitaba, justo cuando sus dueños de cuarenta años trabajadores a tiempo completo no estaban, incluso había un hombre soltero, triste y desesperado por cambiar de vida en uno de los espejos del baño, simplemente, no podía evitarlo, empezaba a tener más vidas a parte de la mía.

Muerte y secuestro:

Estaba durmiendo en mi habitación cuando ocurrió, no llegué a escuchar ningún ruido cuando todo empezó, cuando mi madre fue asesinada en la habitación contigua y mi padre se quedó inconsciente. Al parecer, un hombre entró en mi cuarto y me cogió sin que nadie más pudiera evitarlo, obligándome a dejar mi vida atrás y empezar una nueva, en la cual, pude despertarme teniendo alrededor tan solo cuatro paredes de hormigón pintadas de un azul claro, con una cama simple pero con unas mantas muy calientes, una mesita de noche a mi lado con mi libro favorito "A Través del Espejo" y un espejo posado sobre una mesa de madera con una planta preciosa al lado. No sabía dónde estaba, así que, al principio empecé a gritar y patalear constantemente, no dejaba de pensar en mis padres, me preguntaba dónde estaban y jamás obtenía respuesta, ni siquiera de aquel que me traía comida cada día, tan solo veía sus manos.

A través del espejo que tenía en la habitación, pude empezar a ver la vida que había dejado atrás, pero sin acordarme de lo que había ocurrido. Según mi psicóloga, fue una especie de amnesia pasajera debido a una situación traumática, así que, ni siquiera me acordaba que aquel hombre que luchaba tanto por encontrar a su hija secuestrada por un psicópata asesino era mi padre y que trataba de superar la muerte de mi madre. Ni siquiera sabía cómo había apresado a mi captor pero, de lo que sí me había dado cuenta durante aquellos meses que me había mantenido en aquel lugar era que sentía que era mi hogar, no sé si por la amnesia o por el silencio que residía a mi alrededor. 

Vuelta a mi vida:

Al coger las manos de mi padre cuando se dio cuenta de que podía atravesar la pared, volví a mi vida real, con todo aquel ruido en las calles, en el colegio, en el parque... ya no soportaba sus voces después del tranquilizador silencio que presencié en aquella habitación cerrada. Era como si no conociese mi vida anterior, como si mi padre fuese un extraño y como si sonreír tuviese que hacerse forzosamente. Mi padre no se daba cuenta de que nada de lo que estaba haciendo me importaba ya, que ya no quería oír cotilleos, alegres y chillonas voces al verme viva después del secuestro e interminables historias que me había perdido en el colegio. ¿Me había vuelto antisocial o todo aquello simplemente me había abrumado?

Habían muchas preguntas rondándome por la cabeza, incluso le dije a mi padre que quería ir a aquella sala de interrogatorios otra vez para comprobar una cosa aunque lo que de verdad quería hacer era volver a aquella silenciosa habitación donde podía hablar con mis pensamientos y meditar como una persona sana, pero no se podía ver nada desde la pared, todo tenía que ver con los espejos, a través de las paredes no se veía nada, de hecho, ellos jamás me vieron al otro lado porque no podían. Quise ver a mi captor como último recurso pero nadie ha permitido todavía que lo haga, nadie se ha atrevido a dejarme con él porque soy demasiado pequeña como para soportar algo así, tan solo me queda seguir con mi vida, tan insulsa y normal, llena de personas y ruido...

Un futuro lleno de ruido constante:

Está claro que toda mi vida ha cambiado, que mi existencia tiene un final pero luchar contra lo que no puede cambiar es inútil. Voy a pasar los días pensando en lo insulsa y poco determinante que es la vida de las personas, dado que, en aquel lugar solitario pude darme cuenta de muchas de ellas que antes no había pensado como en el consumismo, el materialismo y el ego, como veréis, con ocho años ya pienso en esas cosas, ¿por qué? Es algo que me va a terminar resultando indiferente.

Continuaré ignorando sus vidas, una sonrisa incómoda permanecerá en mi rostro sin darle explicaciones a nadie sobre mis sentimientos o futuras emociones de negación o rechazo, dejaría que pasaran los años hasta cumplir la mayoría de edad y poder conocer por fin a aquel que me había secuestrado, a aquel que me abrió los ojos y me dio un momento para comprender lo que no veía, lo que aparecía traslúcido a mi alrededor y lo que ignoraba mi razón para no quitar de en medio los malos hábitos. Los cambios se producen y los momentos llegan pronto, tan solo hay que esperar, en silencio...

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