Personaje: Elle



Relato procedente: "Mirada al Vacío" (Huellas del Tiempo).

Resumen: Elle era una joven apasionada por todo lo que hacía, tenía tiempo libre y lo disfrutaba de mil maneras, desde irse de viaje a comprarse decoración para su pequeño estudio en el centro y que adoraba. Muchas cosas cambiaron en su vida cuando la despidieron del trabajo, en el cual, había trabajado muy duro y se había esforzado cada día; a ojos de la gente, ella ya no era nadie. Amigos le dejaban dinero para que pudiera pagar lo poco que tenía pero pronto, la dejaron de lado. Terminó trabajando en limpieza de un apartamento de ocho pisos, haciendo más horas que un reloj y odiando su vida. No hay que olvidar que, de un momento a otro, las cosas pueden cambiar drásticamente...

Nombre completo: Elle Brown Greene.                                Edad: 30 años.

Ciudad natal: Alaska.                                                     Profesión actual: Limpiadora.


Descripción física:

Mi cabello tan lacio y bien peinado de un color dorado intenso y brillante debido al serum que tan constantemente me aplicaba, ahora tiene un tono más apagado y desaliñado, no tengo mucho tiempo para asearme antes del trabajo. Mis ojos azules tratan de no llorar cada noche por todo lo que ronda mi vida y dándome cuenta del poco éxito que he tenido, sobre todo, de la situación tan dura e intensa en la que me encuentro. Mis labios finos, los cuales, siempre me pintaba de un morado o rojo intenso, ahora están algo demacrados y cortados, e incluso, apagados, ni una sonrisa, ni siquiera se huele el ánimo en el ambiente, ellos mismos se han rendido, ya no se sienten sexys. Mi cuerpo esbelto lleno de curvas, siempre llevaba unos vestidos preciosos de colores intensos y que me hacían un cuerpazo, pero ahora, con esta ropa tan ancha con la que tengo que trabajar, me siento como una cualquiera, sin ningún tipo de glamour, de hecho, he tenido que vender algunos de mis vestidos favoritos.

Descripción de la personalidad:

He sido muy presumida en mis principios, mi vida ha sido siempre la moda y el aparentar, ahora es todo lo contrario, me escondo para que nadie conocido vea mi aspecto o intente saber más de lo que a mí me interese contar por vergüenza. En un pasado, era risueña, bebía como nadie, me lo pasaba bien con mis amigas, salía constantemente y no tenía hora para volver a casa aunque al día siguiente trabajara, es decir, era muy marchosa y me encantaba tirarme a un tío cada noche, no saber sus nombres al levantarme me daba cierto morbo pero ahora no recuerdo cuando fue la última vez que lo hice, ¡es horrible! Dejé todo eso atrás porque no puedo permitírmelo, como es evidente, soy todo lo contrario a quién solía ser, creo que puedo decir que soy un poco más comprensiva y un poco menos engreída.

Una infancia difícil y una adolescencia compleja:

Mis padres dieron a luz a una niña preciosa que fue producto de una noche loca de borrachera, ni siquiera habían tenido nunca esa conversación, de hecho, dudo que jamás la tuvieran. Siguieron así hasta que, una mañana mi madre se levantó a vomitar y fue al médico tan convencida de que le había sentado mal alguna mezcla de bebidas, pero no, sin ir más lejos, una mujer alcohólica tenía que controlar sus impulsos para intentar no beber mientras estaba embarazada. Mi padre seguía bebiendo, jamás fue lo suficientemente adulto como para enfrentarse a las circunstancias que más tarde explotarían.

Veía a todas aquellas niñas que iban tan bien vestidas y algunas incluso, maquilladas que tan solo quería ser como ellas. Quería tener aquellos vestidos, sus zapatos de colores y que mi madre también me hiciera trenzas en el pelo pero, qué lástima, fui un pequeño accidente en una noche loca. No tuve muchas cosas que quise intensamente, de hecho, tan solo quería ser normal y no sentirme tan sola como me sentía cada día desde que me levantaba, tenía serios problemas de autoconfianza y, cuando hube pasado algunas etapas infantiles y me hice lo suficientemente mayor como para elegir por mí misma, me puse a trabajar en una tienda a unas cuatro calles de casa para conseguir aquello que siempre había deseado, quería tener glamour, dejar de ser "la hija de esos alcohólicos" como les solían llamar los vecinos, de hecho, les costaba mirarme porque creían que yo seguiría sus mismos pasos (lo hice durante un tiempo pero tan solo para olvidarme de ellos, sin éxito).

Ni siquiera sabían que trabajaba ni que mi abuela me había abierto una cuenta para que guardase todo el dinero que ganaba en la tienda, ella al menos, comprendía qué clase de padres tenía y quería ayudarme a salir de allí lo más rápido posible, de hecho, cuando murió me dejó una suma bastante grande de dinero para que pudiese independizarme por fin, que me alejara de ellos todo lo posible y los dejara en un pasado que pudiese olvidar. Gracias a ella, pude hacerlo, pude tener una vida propia y mi adolescencia empezó a tener algo de sentido para mí, por fin dejaría de estar sola...

Sola en una gran ciudad:

Escogí una mañana soleada y con bastante resaca para mis padres para poder sacar todas mis cosas de casa y meterlas en el taxi, aunque tampoco eran demasiadas, dado que, jamás me compraron aquello que quería, siempre gastaban el dinero en bebida (un par de maletas lo suficientemente grandes para un par de vestidos nuevos, unos cuantos complementos y unos bolsos, en la ciudad compraría muchas más cosas para ir a la moda). No se dieron cuenta de que me marché, de hecho, les dejé una nota en la cocina informándoles de que me iba a Nueva York a seguir con mi vida, a encontrarme a mí misma y a alejarme de ellos por fin, sabía que no lo entenderían y sus gritos sonarían por el auricular del móvil, así que, lo tiré por la ventana cuando el conductor del taxi aceleró y me llevó a mi nueva vida (costó caro pero no me preocupé, ese era un día inolvidable).

Ya había alquilado el piso en el que me quería quedar con algo de dinero de la abuela, dejando lo demás en tarjetas de ahorro separadas para no pasarme con los gastos, en cuestiones de moda y complementos podía ser incansable. Era un piso precioso, con una modernidad increíble, tan acogedor y con tanta luz que no podía creer que fuera a vivir en él, tan solo tenía veinte años y ya había empezado desde cero en esta preciosidad, ¡no me lo podía creer, estaba entusiasmada! Estuve una semana inspeccionando la ciudad, buscando lugares a los que ir y varios sitios de moda en los que podría trabajar de diseñadora o modelo, ¡era uno de mis sueños! 

La moda - Rechazo asegurado:

Empecé a presentarme en grandes líneas de moda que de verdad creía que iban a interesarse en mí pero todo eran pegas constantes. Muchas de ellas, no querían trabajar conmigo por mi peso, el cual, yo veía bastante normal para mi edad y complexión pero ellos no se interesaron en absoluto. También decían que tenía una cara bastante normal, que no era lo que diríamos una preciosidad, no tenía ninguna experiencia y que no insistiese porque no estaban muy interesados en darme trabajo. Fue una etapa fustrante de mi vida porque quería de verdad formar parte de estos equipos tan especializados en moda, en el arte que yo misma había seguido desde mi habitación desde que era una niña, pegando recortes en las paredes para recordarme que era ahí donde quería llegar.

Mis sueños estaban rotos, mis esperanzas vacías y múltiples ilusiones echadas a la basura. Recuerdo que ya no tenía ganas de salir a la calle, permanecí en casa durante días hasta que dejaron una propaganda en mi puerta sobre unos cursos administrativos preparatorios para entrar en empresas prestigiosas de toda Nueva York. ¿Y ese era mi futuro?, ¿y si tenía posibilidades? Al día siguiente, me apunté de inmediato y me seleccionaron para uno de los cursos básicos, eran algo caros pero contaba con el colchón que me había dejado mi abuela al morir, estaba más o menos protegida. ¡Sabía que esto iba a ser un éxito rotundo!

Éxitos al alcance de la mano y empresas interesadas:

Estuve un año en ese curso intensivo para administrativa que, a decir verdad, no estuvo tan mal ni fue tan fuerte como imaginaba. La cuestión es que estos cursos estaban conectados con empresas que necesitaban administrativos y, simplemente, los pedían mediante un proceso de selección en referencia a la nota obtenida al final del curso. Fui unas de las elegidas para formar parte de una empresa muy importante y no me podía creer que me estuviese pasando aquello, ¡iba a ser alguien importante! La verdad, tenía serios delirios de grandeza que todavía no comprendo pero solía entusiasmarme por todo lo que me rodeaba cuando era positivo. 

Cuando entré en aquella empresa por primera vez el día de la entrevista, vi aquellas instalaciones tan limpias, bien cuidadas, llenas de color y luz en todas las oficinas y, al instante, supe que quería pertenecer a ella, que quería ser un miembro más de este equipo. Y, por supuesto, ¡lo conseguí! La entrevista fue genial, tenía mucho en común con la directiva de aquel departamento de administración y deseaba tanto trabajar conmigo debido a mi increíble iniciativa en el curso que ya tenía el contrato preparado. Me llevé un chasco porque creí que sería indefinido pero no nos hablaron de los temporales donde podían echarte en cualquier momento de la empresa, aunque no te aseguraban absoluta seguridad en el puesto, a decir verdad. La directora vio mi tensión al ver el contrato y me aseguró que podía ser renovable sin ningún tipo de problema, por lo que, si no había ningún problema durante todo el año, me contratarían al año siguiente y así, sucesivamente. ¡Estaba contentísima!

Todo lo que sube, después baja:

Después de cuatro años de trabajo duro y dedicación a esta empresa, me despidieron por reducción de plantilla, ya que, estaban teniendo serios problemas económicos. La decepción llegó a mí como una ventolera que te despeina después de haberte arreglado el pelo rigurosamente, el golpe me dio en plena cara y, lo peor era que no me lo esperaba para nada. Me di un atracón de compras para ver si me animaba pero nada de eso me ayudó a seguir con el día tan deprimente que llevaba. Pensé que al ser joven y tener cuatro años de experiencia en esta prestigiosa empresa, a otras les gustaría que trabajara para su departamento pero no fue eso lo que ocurrió para nada, de hecho, tuve que pedir dinero prestado a amigos, compañeros de trabajo y gastarme todo el dinero que me dio mi abuela según fueron pasando los meses para poder sobrevivir, pero todo eso terminó cuando todos ellos dejaron de hablarme porque no les devolvía lo que les había pedido y ya no me quedaba más de donde rascar y sacar dinero para pagar el alquiler y demás gastos.

Me sumí en la absoluta pobreza, no sabía qué hacer, ninguna empresa quería que formase parte de su equipo. Tuve que vender mucha de mi ropa y muebles para no quedarme en la calle y poder pagar un mes de alquiler atrasado, para colmo, ya no tenía a nadie a quién contarle los duros momentos que estaba atravesando y cada día era más difícil levantarse viendo la nevera casi vacía y la casa totalmente desolada. Me salió un trabajo cuando estaba falta de ánimos y desconsolada, pensando que quizá ya no había ningún futuro para mí, un trabajo que no quería y no esperaba que fuera conmigo pero no podía negarme, me pagaría las facturas. Era limpiadora, uno de los trabajos humildes que siempre oí a mis vecinas de Alaska que trabajaban. Pensaba que triunfaría pero aquí estoy, limpiando echando un montón de horas en un apartamento de ocho plantas con absoluta pulcritud, dado que, pueden echarte al mínimo fallo o impuntualidad.

Un futuro de inseguridades:

Sigo dejando currículums en cualquier lugar que puedo para poder tener mejor economía y salir un poco de este desenfreno de sensaciones de vacío e inseguridad. Cada día vivo temerosa de un despido, con absoluto pánico de no llegar a final de mes, e incluso, de ansiedad si no consigo otro empleo y si este no cuaja. No tengo más ayuda que la de mí misma y tengo que seguir con los objetivos que me atañen ahora mismo, odio vestir tan desaliñada y desastre pero ya tendré un momento en el que renazca de este montón de escombros que se posan sobre mis hombros y no me dejan avanzar. 

Trato de mirar hacia adelante y volver a aquellos momentos felices, pero creo que todo esto ha ocurrido debido a los excesos, ha habido un freno que ha hecho que dejara de beber y gastar, cosas que creo que han sido mi adicción durante años. Supongo que podría dejarlo atrás y empezar una nueva vida, con esa ilusión y seguridad con la que vine aquí, con exclamaciones de éxito y alegría sin saber lo que me esperaba pero queriéndolo igual. Hay que aceptar que todo lo que sube, luego vuelve a bajar como en una montaña rusa y hay que saber que todo el dolor termina de alguna forma u otra, no es para siempre, ¿verdad?

Comentarios

Entradas populares de este blog

Especial Personajes - Primer Aniversario:

Personaje: Sonia

Personaje: Emily